Sunday morning

02 febrero 2014

En el jardín de mi abuela había una pequeña colección de cactus a la que tenía mucha manía, un día toqué uno sin querer y tardé horas en quitarme el dolor y las espinas. Eran de color amarillo. 

Con los años les tomé cariño, a todos menos aquel, y a fuerza de regarlos y cuidarlos se convirtieron en unas de mis plantas preferidas, cuando alguno florecía no podía dejar de mirarlo ¡qué bonitas son las flores de los cactus!



También había unas cuantas suculentas en macetitas de terracota antiguas colocadas al sol bajo un lavadero de cemento en el que a veces metía renacuajos; al final conseguimos una bonita colección de ranas. Qué pena no haber guardado alguna maceta, con lo bonitas que eran...

Echo de menos verlas, echo de menos pasear por el jardín, echo mucho de menos a mi abuela.